El Juego de Molly

La semana pasada decidí ver una peli en Netflix, Molly’s Game (el Juego de Molly). Hay mucho que contar.

Me llamó la atención porque narraba la historia de una mujer joven que se hizo millonaria a los 26 gracias a su fuerza y ambición, un ejemplo de superación…

Mentira. La puse porque salía Idris Elba.

En esta etapa de mi vida tengo muchos problemas de concentración así que es difícil que algo capte mi interés pero a los cinco minutos ya estaba enganchada (e Idris todavía no había aparecido en pantalla). El Juego de Molly es la historia de la vida de Molly Bloom, una ex deportista profesional avispada e inteligente que empieza a trabajar como asistente de un oscuro empresario que organiza partidas de póker clandestinas.

Los jugadores son nada más y nada menos que productores de cine, multimillonarios, actores de Hollywood (Leonardo DiCaprio y Tobey Maguire, entre otros) y la tarea de Molly es llevar la contabilidad de las partidas, contar las fichas y cuidar los detalles para que todo salga bien.

Molly no tarda en darse cuenta de que ella es capaz de organizar esas partidas de manera más eficiente que su asqueroso jefe y pronto se queda con el negocio. ¿Era experta en juegos de azar? ¿Tenía unos contactos increíbles? No. Solo sabía, gracias a su intuición y su buen gusto, cómo mejorar la partida para que fuera un éxito rotundo. Las mejores escenas son las que muestran a Molly comprendiendo, como las mujeres lo hacemos, la importancia de los detalles. La espabilada jovencita traslada la partida del sótano mugriento del Cobra Lounge (en la vida real, el famoso Viper Room en el que murió River Phoenix en 1994) a una suite de lujo del hotel Península y la tabla de quesos para picar pasa a ser comida de un catering de lujo y una cuidada selección de bebidas alcohólicas para sibaritas.

La propia Molly forma parte de la estética de la partida, así que lleva a cabo su propio glow up y deja de lado los vestidos y los zapatos baratos para lucir una imagen más sofisticada. La transformación física se cuenta más detalladamente en el libro (que compré nada más terminar la peli): Molly Bloom sabe que necesita transmitir una imagen de éxito para que los jugadores la tomen en serio y otros nuevos quieran participar. Deja los vestidos florales de J.C Penney y pasa a comprar los de Dolce & Gabbana.

Molly Bloom asesoró personalmente a los estilistas de la película para elegir el vestuario, maquillaje y peinado de Jessica Chastain. Molly nunca repetía vestido en una partida, así que para cada escena, la actriz tenía que llevar ropa distinta. Los trajes tenían que ser sexys, pero tampoco demasiado: Molly era una mujer de negocios y los hombres tenían que tomarla en serio. Algunos eran recargados, con cuentas, hombreras, cremalleras cruzadas y tejidos tupidos. Simbolizaban la armadura de una mujer joven que cada noche iba a una especie de guerra.

El vestido más importante es el que Molly se pone para comunicar a los jugadores que va a organizar las partidas de póker por su cuenta y que tienen que elegir entre ella y su ex jefe. «Elegimos uno ridículo, demasiado femenino, nude con volantes negros. Pensé que sería excesivo, pero Jessica insistió en llevarlo porque era un momento crucial: tenía que llamar la atención de varios hombres mientras les hacía una propuesta. ¿Cómo iban a resistirse a ese vestido? Era un detalle increíblemente calculador«, cuenta la estilista de la película.

Cuando los beneficios de las partidas de póker convierten a Molly en multimillonaria, su estilo sube un escalón, de rico a realmente ostentoso. Para transmitir la súper riqueza, utilizaron el color blanco. «El blanco queda bien y proyecta fortuna de nuevo rico. El blanco comunica un estilo de vida exclusivo, porque si llevas un traje o abrigo blanco, significa que tienes a un chófer que te lleva de un lado a otro y no tienes ocasión de ensuciarte la ropa».

Molly Bloom estaba especialmente obsesionada con los collares de perlas de Chanel y en la película utilizaron su accesorio favorito de una manera muy inteligente: para dos escenas cruciales. El collar no parece elegante, sino ostentoso, fuera de lugar y tacky.

Montar partidas de póker con flores recién cortadas y velas perfumadas (por supuesto, eran de Dyptique, lo que se revela en la página 97 del libro) no basta para sobrevivir en un mundo de hombres avariciosos y con pocos escrúpulos. Molly tiene que avanzar esquivando constantemente intentos de tomarle el pelo, aprovecharse de ella, sacar tajada del negocio que ella sola ha sacado adelante e incluso agredirla. Es entonces cuando utilizan collares recargados oprimiendo su cuello.

Lo más curioso de todo es que, aunque Jessica Chastain estuvo en constante contacto con Molly Bloom durante el rodaje, fue otra mujer la que ayudó a la actriz a transmitir seguridad y pasión por los negocios: ¡Kim Kardashian! «Las Kardashian son las mejores emprendedoras del momento. Son como Molly y Molly es como ellas, así que me quedé con esas imágenes. Incluso vi un tutorial de Kim Kardashian sobre cómo afeitarse la cara o algo así. Las Kardashian tienen su propio sentido del poder y de cómo se tienen que hacer las cosas».

Os recomiendo la peli, os va a encantar.