Aceite de Monoï: el Tesoro de la Polinesia

Aceite de Monoï: el Tesoro de la Polinesia

Soy una enamorada de la Polinesia Francesa. Llevo años obsesionada con ir. Mientras tanto, calmo mi obsesión con el cosmético nacional del conjunto de islas: el aceite de monoï.

Sé que si voy, una de las primeras cosas que voy a hacer es comprar botellas de aceite de monoï como si no hubiera un mañana. Porque yo siempre he sido team monoï, incluso cuanso todo el mundo hablaba del aceite de coco. El aceite de monoï tiene un olor femenino, suave y exótico: era cuestión de tiempo que se hiciera conocido.

Así fue. No tardaron en aparecer artículos en revistas de belleza. La prensa empezó a referirse a él como «el primo sexy del aceite de coco». Un título que aunque parezca de broma, no puede ser más acertado.

Aceite de Monoï Beneficios

El aceite de monoï se obtiene después de poner en remojo pétalos de gardenia tahitiana en aceite de coco. Su uso puede que se remonte a más de 2000 años atrás, cuando los indígenas de la isla polinesia empezaron a utilizarlo. No fue hasta el siglo XVIII cuando los primeros exploradores europeos empezaron a documentar el uso que los tahitianos hacían del aceite de monoï con fines curativos, cosméticos e incluso religiosos.

Ese misterioso aceite mantenía la piel de los nativos hidratada y protegida frente a la agresividad del sol y la sal del océano. En 1942, la empresa franco-tahitiana Parfumerie Tiki empezó a comercializar las primeras unidades envasadas. Se vendió como el secreto de belleza de las mujeres tahitianas.

El aceite de monoï era el secreto que hacía que las tahitianas tuvieran esas melenas largas, brillantes y lustrosas.

Aceite de Monoï Mujeres Tahitianas

Es un aceite que te hace sentir como si estuvieras caminando por la playa de un lugar lejano y paradisiaco.

Si os gusta hidratar con aceites, entonces éste es vuestro nuevo amor. Utilizando la cantidad adecuada, el aceite de monoï deja un brillo de diosa sobre la piel. Sobre todo de cara al verano, la época ideal para usarlo.

Algunos usos que podéis darle:

-Aceite corporal: se puede usar en la ducha, con la piel ligeramente húmeda, dando un masaje relajante para que penetre bien; o después del baño, con la piel seca.

-Aceite facial: solo hay que aplicarlo sobre el rostro, con la piel seca. No es una opción recomendable ya que es un aceite demasiado graso para el cutis, y excesivamente perfumado.

-En el baño: un truco para beneficiarnos de su efecto nutritivo y su maravilloso aroma sin pringarnos la piel. Solo hay que echar unas gotas en la bañera antes de sumergirnos en ella.

-Aceite capilar: el aceite de monoï es mi tratamiento prelavado favorito. Impregno bien los medios y las puntas con el aceite y espero entre media hora y una hora antes de lavarlo. Deja el cabello suave, hidratado, brillante y perfumado durante días.

-Protector solar: pero con matices, ya que el FPS es muy bajo, alrededor del 6. 

Lo más importante es elegir uno 100% tahitiano, para asegurar su pureza. No es buena idea ir a lo fácil y meterse en la primera tienda a comprar cualquier aceite. Los aceites que tenemos más a mano, de tiendas comerciales, no son puros. El contenido de aceite de monoï es bajo y el resto de la composición es puro plástico. El aceite de monoï es una joya que por sí sola, ofrece una gran cantidad de beneficios y sensaciones maravillosas. No necesita ayudas ni ningún componente extra.

La cantidad adecuada de aceite de monoï que tiene que haber en la botella debería ser de un 95% como mínimo. Hay aceites que solo llevan un 50%. Recordad que por ley y desde 1992, un aceite originario de Tahití debe llevar siempre un apelativo de origen en el frasco, parecido a éste. Buscadlo.

Aceite de Monoï Origen

Si queréis daros un capricho, hay aceites de monoï mucho más exclusivos, a precios prohibitivos. Los venden las marcas más lujosas y tienen una estética espectacular, como Monoi Body Glow de NARS. Su creador, el maquillador François Nars, viajó por primera vez a Tahití en la década de los 90. Se quedó tan cautivado con la isla que decidió sacar su propia y, por supuesto, espectacular versión del aceite de monoï. Lleva un toque de brillo para dejar la piel dorada.

François Nars tenía, además de su aceite, 70 flores de tiaré en su jardín. Decía que le hacían pensar en paseos a medianoche por la orilla del mar. No es de extrañar que en 2000, cuando vendió NARS al grupo Shisheido, una de las primeras cosas que hizo fue comprar una isla privada en la Polinesia.

Aceite de Monoi de NARS

Si no os convence y preferís empezar con aceites de monoï puros y económicos, tenéis el aceite tahitiano aquí. No cuesta más de quince euros. Ale, ya podéis sentiros como una auténtica diosa tahitiana.