Blanqueamiento Dental: Mi Experiencia

Por fin me he hecho un blanqueamiento dental y esto es lo que ha pasado.

Quería tener los dientes más blancos porque se me habían oscurecido debido a mi triple adicción al café, a la coca-cola y al cava rosado (esto último ya no). Me cansé de hacer malabarismos con los remedios caseros y decidí empezar de cero, recuperar mi blanco natural y a partir de ahí, usar mis trucos para que eso no volviera a pasar.

Mi primera experiencia con el blanqueamiento dental tuvo lugar hace años y fue pésima; me preocupaba que me volviera a pasar lo mismo. Luego vi que no, no solo porque el blanqueamiento que elegí esta vez tenía un procedimiento diferente, sino porque costaba menos de la mitad de lo que pagué por aquel entonces. Pasara lo que pasara, ya no me iba a sentir tan timada como la primera vez.

Mi elección fue el blanqueamiento dental combinado, el que siempre recomiendan los dentistas., Estoy de acuerdo. Mezcla el láser en la clínica y una férula en la que se aplica el gel blanqueador con unas jeringuillas. Elegí la clínica dental de mi seguro médico. Se puede optar también por uno de los dos métodos nada más: o el láser o las férulas, pero la diferencia de precio era escasa y merecía la pena pagar un poco más y hacer los dos.

Antes de empezar con el blanqueamiento láser, la odontóloga me dijo que el color de mis dientes, que no me tenía nada contenta, era el número dos, uno de los que se considera oficialmente claros. Bueno, pues yo quiero el uno.

El láser no es del todo desagradable pero se notan calambres de sensibilidad justo cuando el tiempo de aplicación llega a su fin. El resultado me pareció magnífico: era el blanco que había tenido siempre, el que yo reconocía antes de el color del esmalte cambiara por culpa del café.

Decidí completar el blanqueamiento un mes después y ahí cometí mi primer error. Después del láser, la doctora me advirtió de que no podía consumir alimentos o bebidas oscuras durante 48 horas. Seguí el consejo, quitando un sorbo de café ultra rápido por la mañana, con pajita y lavándome los dientes dos segundos después, por lo que no hubo ningún problema. Lo que no sabía es que también hay que hacer dieta blanca durante el tratamiento en casa, porque los compuestos de la sustancia blanqueadora hacen que el diente se vuelva poroso y muy receptivo cuando entra en contacto con un alimento de color.

Pensaba que eso solo pasaba con el láser, así que empecé el tratamiento con la férula pensando que no tendría que hacer nada especial. Me dejaba la funda con el blanqueador durante toda la noche y el resto del día comía y bebía lo que quería. Después de dos días con los dientes blanquísimos como perlas, me di cuenta de que ya no solo no se estaban aclarando, sino que se estaba volviendo a oscurecer. Ahí me enteré de que la dieta blanca tiene que seguirse también durante esa parte del tratamiento. Me tocó volver a comprar las jeringuillas y empezar de nuevo.

Aunque estoy entusiasmada con el resultado, también estoy un poco obsesionada con mantener el blanco. Creo que es normal, como limpiar compulsivamente un coche nuevo. Ya se me pasará, pero mientras tanto, le doy mucho uso al programa blanqueador del cepillo dental que compré el año pasado, Philips Sonicare Diamond Clean. Espero no quedarme sin dientes con tanto darle al cepillo.

Por cierto, no puedo dejar de recomendarlo. Es muy caro pero merece muchísimo la pena: es exquisito. Tiene varios programas: limpieza profunda, pulir, dientes sensibles… Incluye un vaso y una funda de color rosa con cargador USB para los viajes. Me encanta, me encanta, me encanta.

El resto sigue como siempre. Pensé en comprar la pasta de dientes especial para fumadores de la que hablé hace tiempo en el blog, pero no ha sido necesario porque he descubierto que el dentífrico blanqueador de Marvis es más eficaz aún. Para mí, la gracia de las pastas de dientes Marvis es el sabor tan peculiar que tienen. Es lo que me llevó a probarlas hace años: me parece muy especial utilizar una pasta de dientes con sabor a canela, jazmín o cardamomo. Eso quiere decir que el dentífrico blanqueador de la marca no me llamaba nada la atención porque no me parecía tan exquisito como los otros. Pero lo he probado y me ha sorprendido. No tiene el sabor de los demás pero ofrece lo que necesito en este momento. Ya volveré a los exóticos cuando acabe.

También le estoy dando mucho uso a la técnica del Oil Pulling. Aparte de eso, de llevar siempre encima un cepillo de dientes y de mirarme la boca en el espejo 300 veces al día, creo que voy bastante bien.

Ahora el blanco de mis dientes está dentro de los tonos más blancos del nivel uno.

Aaaaaaaaah, sobre la dieta blanca. Esta segunda vez, advertida de que tenía que seguirla (imposible), me las arreglé para encontrar un truco que me permitiera beber café varias veces al día y que no afectara a mis dientes, pero lo dejo para otro post…