El desayuno de Marilyn Monroe era… bizarro, sí.
Bizarro es una palabra que se puede emplear para referirnos a algo extravagante y sumamente raro. No hay otra mejor para describir el desayuno de la malograda Marilyn Monroe. La actriz habló detalladamente de lo que le gustaba comer en una entrevista concedida a la revista Pageant en 1952, además de revelar sus trucos para mantener la línea.
Esto parece increíble porque para nosotros Marilyn Monroe es el mito por excelencia, pero en su momento fue una actriz que, como muchas, desvelaba parte de su rutina diaria ante los medios.
Ahora se sabe, gracias a buenos biógrafos y a los testimonios de personas que conocieron a Marilyn en vida, que la estrella estaba obsesionaba con la belleza. Pero como suele pasar cuando se trata de personas inestables y con problemas de autoestima, alternaba los cuidados extremos con días en los que se abandonaba por completo. Por ejemplo, evitaba exponerse al sol, pero mezclaba vaselina pura con su base de maquillaje porque su piel siempre estaba deshidratada. Seguía una dieta cargada de nutrientes, pero era adicta a los enemas y laxantes para perder peso y que le entrara la ropa para los estrenos.
Y a pesar de su belleza magnética, siempre llegaba tarde a todas partes, porque nunca terminaba de verse guapa cuando se miraba en el espejo.

Como sufría de retención de líquidos y tenía tendencia a engordar, Marilyn Monroe no se sentía a gusto comiendo varias veces al día como recomiendan los nutricionistas. Buscó su propio método y se dio cuenta de que funcionaba mucho mejor si se saltaba el almuerzo y tomaba solo el desayuno y la cena.
Eso quería decir que su desayuno tenía que ser lo suficientemente energético como para que Marilyn Monroe aguantara sin comer nada más hasta la noche. La rubia confesó en qué consistía: «En cuanto me levanto, caliento un cuenco de leche y echo dos huevos crudos dentro. Lo mezclo todo y me lo bebo. Dudo mucho que cualquier médico pueda recomendar un desayuno tan nutritivo para una mujer trabajadora que suele ir mal del tiempo».

El resto de la dieta de Marilyn Monroe no tenía desperdicio. Cada noche, si no tenía que asistir a una gala, la actriz hacía una parada en el supermercado que había junto a su hotel y compraba un bistec, hígado y chuletas de cordero. Todo eso lo cocinaba ella misma en un hornillo eléctrico que tenía en la habitación. Para darle un toque especial, añadía unas cuantas zanahorias al plato.
¿Algún capricho? Sí. Tres o cuatro veces por semana, Marilyn hacía una parada en Wil Wright, la heladería que había de camino a la academia donde daba clases de actuación. Siempre pedía lo mismo: un enorme sundae caliente de vainilla y chocolate. Wil Wright era una cadena de heladerías conocida por sus banana split y demás postres extremadamente calóricos. El porcentaje de grasa por cada helado era uno de los más altos de los que se tiene constancia, una auténtica barbaridad.

Más de un experto asegura que la dieta de Marilyn Monroe no era tan mala, aunque desde fuera lo parezca, sobre todo si cogemos la pirámide alimenticia para comparar. Su régimen tenía como base el hígado, una proteína animal muy nutritiva. Y la ausencia de carbohidratos permitía que pudiera darse caprichos grasientos sin engordar mucho. Los defensores de la dieta Paleo van más allá y dicen que la dieta de Marilyn era ideal, de hecho. Proporcionaba al cuerpo los nutrientes que necesitaba y prescindía de los que no servían para nada, como los granos y las harinas.
Esa dieta de pura proteína y grasa tiene mucha relación con los regímenes para adelgazar que están de moda ahora como la dieta keto.
Una periodista fan de Marilyn Monroe quiso probar la dieta durante una semana. Para evitar el riesgo de salmonela, compró huevos pasteurizados. Al principio, tuvo que admitir que no estaba mal. La mezcla de leche entera con huevos crudos tenía un aspecto repugnante, pero el sabor le pareció delicioso, como a ponche de huevo americano.
El hígado, sin embargo, tenía un sabor tan horrible que tuvo que mezclarlo con especias, vino y mucha mantequilla para poder tragarlo. Después de solo cuatro días, la periodista tenía el mentón lleno de granos, no había adelgazado un solo gramo y se sentía todo el tiempo a punto de desmayarse. ¿Cómo se las arreglaba Marilyn Monroe para estar tan radiante con esa alimentación? ¿O aguantaba bien porque estaba acostumbrada?

A pesar de la rotundidad con la que Marilyn Monroe hablaba de su alimentación, la brillante biografía de la actriz que escribió el periodista Donald Spoto cuenta otra versión. Decía que Marilyn no conseguía mantenerse en su peso por mucho que lo intentara, lo que le causaba una enorme angustia debido a su profesión. Es posible, entonces, que alternara esos días de proteína y leche con otros de enormes atracones. Eso explicaría por qué no terminaba de encontrar el equilibrio y que sus estilistas tuvieran que ajustarle la ropa todas las semanas.
Puestos a hacer experimentos, siempre es mejor la dieta de Elizabeth Taylor. Consistía, como la de Marilyn, en hacer solo dos comidas al día, pero las comidas de Liz eran mucho más sabrosas: huevos revueltos con mimosas para desayunar y pollo frito con patatas y un vaso de Jack Daniels a la hora de la cena. La misma periodista que siguió la dieta Marilyn probó la dieta Elizabeth durante quince días, y perdió tres quilos y medio. Seguro que también se lo pasó mejor llevándola a cabo.
Muy interesante, la verdad es que eso de un vaso con 2 huevos crudos no lo intentaría ni por todo el oro del mundo ?.
deberías hacer una publicación sobre Elizabeth Taylor ya que ella fue otra mujer muy icónica e interesante