Mi adicción a la Coca-Cola es uno de esos episodios vergonzosos de mi pasado que prefiero ocultar. O sea, sigo siéndolo, pero antes era mucho peor.
Ahora, de cara a la galería, mi relación con esta bebida es completamente normal. Me tomo una, una vez por semana. Dos como mucho. Pero durante más de diez años, desde la adolescencia hasta que me di cuenta de que tenía un problema, bebía casi dos litros al día. Algunas veces, me bebía una lata nada más despertarme, para desayunar. Vergonzoso.
Como adulta independiente, el asunto fue a peor. Podía beber cuando quisiera, no tenía que dar explicaciones a mis padres, y me encantaba llenar mis ratos de ocio con una coca-cola helada.
Cuando empecé a ir a la universidad por la tarde, cogí la horrorosa costumbre de pasarme la noche estudiando, leyendo o viendo películas con un vaso gigante de coca-cola al lado, que iba reponiendo. Ese hábito horrible derivó en una especie de insomnio crónico que hoy, si no hubiese sido por la melatonina, sería un problema grave.
Cuando conocí a mi chico, uno de los detalles «malos» que le llamó la atención de mí es que siempre que salíamos pedía Coca Cola para beber. Se sentó conmigo y me dijo que beber tantos refrescos al día no era normal. Y supongo que todo lo demás vino solo.
También descubrí la relación que la alimentación tenía con la belleza. No podía seguir engañándome a mí misma: toda esa cantidad de químicos y edulcorantes -siempre he tomado la versión light, menos mal- que entraban en mi organismo todos los días no podía ser buena.
Mi preocupación no tenía nada que ver con eso que te dicen tipo «si metes un trozo de carne en un vaso de coca-cola se disuelve». Yo sabía, porque es algo que está demostrado, que el principal ingrediente activo de la coca-cola es el ácido fosfórico. El ácido fosfórico, entre otras cosas, tiene una relación directa con la osteoporosis y aumenta el riesgo de sufrir fracturas de huesos. Además, erosiona el esmalte de los dientes.
Quizá consumiéndola de vez en cuando no. Pero tomándola al ritmo que yo lo hacía… eso tenía que ser peligroso sí o sí.
Lo que he hecho ha sido simplemente empezar a tomar coca-cola como una persona normal; es decir, los fines de semana, o cuando me toca saltarme la dieta. Nunca más de dos veces por semana. Es muy duro, no voy a decir que no. A veces, siento el impulso casi irresistible de tomarme una Coca Cola «fuera del plazo», pero no lo hago.
Puedo asegurar que me siento mucho mejor y lo noto a todos los niveles y en todas partes, sobretodo en la zona del estómago. Haciéndolo de esta manera, disfruto mucho más de mi bebida favorita; cuando llega el momento, es casi como un orgasmo, lo juro.
Como buena yonqui, también sé notar las diferencias de sabor entre la Coca Cola de lata y la de botella de 2 litros, y he desarrollado mi propio gusto. Por ejemplo, nunca la tomo de botellas grandes, porque me da la sensación de que no sabe igual. El sabor de las latas me parece demasiado metalizado. Y la coca-cola light me da asco, prefiero la zero.
Estoy deseando probar la Coca Cola con stevia, mi edulcorante natural favorito. Por lo visto, la sacaron a la venta en 2014 en Estados Unidos y Latinoamérica, pero aquí, como tenemos un mercado un poco más difícil, todavía no ha llegado y no se sabe si llegará. Aunque no tiene cero calorías como la versión light o zero, seguro que es una opción mucho más saludable.
¿Alguna otra adicta a la Coca-Cola por aquí?
Tengo el mismo problema que tu no soy tan adicta pero si que me gusta bastante menos mal que me e dado cuenta y la e dejado no estaba haciéndome ningún bien.
A mi también me chifla, nunca he llegado a ser adicta, la limito a un par los findes. Al asociarla a tiempo libre, salidas, etc la mente hace que no pienses en ella.
Si por mi fuera comería y cenaría con cocacola, hasta la comida me sabe mejor, pero sé que no es nada buena aunque sea light o zero y me mantengo firme bebiendo solo agua.
Hay que ser estrictas!
Aaaahhhh!, fuertísimo!», yo fuí una yonki sin remedio de la Coca-Cola Zero por casi tres años, la mezclaba con limón y hielo y era mi elixir de cada día, tres litros diarios por lo bajo. Compraba la de litro y medio , y de manera lamentable se lo contagié a dos amigas más.La bebía al salir del Gym , antes del trabajo, sentía una energía ilimitada!. Luego ,-al igual que le ha pasado a muchas personas-, tuve que reconocer mi absoluta adicción a la cafeína, con todos los trastornos del sueño asociados…en fin. Ahora bienvenido Té Verde Matcha ojalá, y de vez en cuando me permito un maravilloso y fragante café de grano…Adiós a las bebidas Cola!. Excelente artículo como siempre.
Yo he probado la de stevia y fatal… Tiene un poco de calorías pero lleva un montón de gramos de azúcar en una sola lata que fue lo que definitivamente me echó atrás y el sabor no tiene nada que ver, muy mala.