Hay mujeres que vienen al mundo a sufrir. Es el caso de Catalina de Aragón, la primera esposa de Enrique VIII.
Starz y HBO acaban de estrenar una serie sobre la historia de su triste vida, La Princesa Española (The Spanish Princess). Cuando se trata de historia, los spoilers no existen: Catalina fue una mujer increíblemente desgraciada y sus momentos de felicidad se vieron eclipsados por las infidelidades de su marido, su fracaso a la hora de darle un heredero a Inglaterra y luchas interminables y de varios años para proteger sus derechos.
La producción ha tenido la consideración de mostrar a una Catalina de Aragón que nunca hemos visto antes. La ficción siempre elige a actrices de cabello negro y ojos oscuros para interpretarla, pero tal y como vemos en La Princesa Española, Catalina era de piel blanca y tenía el cabello rojizo y los ojos azules.
Catalina de Aragón nació en 1485 en Alcalá de Henares. Era la hija menor de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando. Desde el principio recibió una educación de reina consorte, pensando en una futura boda con el heredero de algún país aliado. El elegido fue Arturo Tudor, príncipe de Gales e hijo mayor del rey Enrique VII. En 1501, a los quince años, la infanta Catalina empezó la travesía hacia Inglaterra en barco, un viaje que fue una completa pesadilla; quizá, un presagio de lo que iba a ser su vida en su nuevo país.
Lo primero que notaron los barones ingleses que acudieron a recibirla fueron lo extraños que eran los vestidos de la princesa española y su séquito en comparación con la moda inglesa. La ropa no fue lo único desconcertante: por orden de los Reyes Católicos, su hija debía permanecer velada hasta el día de la boda. Enrique VII, temiendo que aquello significara que Catalina era deforme o tenía cicatrices, entró bruscamente en su dormitorio para verla a cara descubierta. Cuentan que cuando el rey vio a la prometida de su hijo en camisón y con el pelo suelto, se quedó con la boca abierta.
Después de la ceremonia, los príncipes de Gales se trasladaron al Castillo de Ludlow y allí fueron felices durante seis meses y medio, hasta que Arturo Tudor murió de tuberculosis. Catalina de Aragón juró que seguía siendo virgen ya que el matrimonio no se había llegado a consumar. Aquello hizo arquear una ceja a mucho porque, aunque era normal que los recién casados tardaran un tiempo en dormir juntos, Catalina tenía dieciséis años, edad suficiente para intimar.
¿Ahora qué? El rey de Inglaterra decidió que lo mejor sería casar a Catalina con su segundo hijo y nuevo heredero, Enrique, el Duque de York. Por desgracia, el príncipe tenía solo doce años: la boda iba a tener que esperar. Mientras tanto, Enrique VII exigió a Fernando el Católico que le enviara el resto de la dote de la princesa española, como habían acordado. El padre de Catalina, sabiendo que el porvenir de su hija era incierto, se resistía a hacer el pago.
La situación de Catalina empeoró considerablemente cuando Isabel la Católica murió en 1504, bajando la cotización de su hija en el mercado del matrimonio. Enrique VII se negaba a mantener a la infanta y Catalina pasó siete largos años como prisionera virtual, sin poder ir a ninguna parte y teniendo que pagar ella misma sus gastos y el salario de sus sirvientes. Cinco años después, Catalina ya había empeñado todas sus joyas y vendido sus pertenencias para sobrevivir. Cuando el Papa se enteró de que los criados de Catalina solo podían comprar pescado rancio y vino malo para la mesa de su señora, envió una carta a Inglaterra advirtiendo de que esa alimentación podría «obstaculizar la creación de niños». Eso fue exactamente lo que sucedió.
Aunque el embajador español, viendo la situación, escribió varias a Fernando el Católico suplicándole que enviara un barco para que la princesa pudiera salir de allí, Catalina nunca flaqueó. Su voluntad era férrea y sabía que estaba destinada a ser reina de Inglaterra. Apenas unos meses después, sus plegarias fueron escuchados, el viejo rey murió y Enrique VIII, de dieciocho años, ascendió al trono. Lo primero que hizo fue pedir la mano de Catalina; boda de conveniencia o no, se sabe que el príncipe siempre había estado enamorado de la mujer de su hermano.
Los siete años de sufrimiento y mala alimentación habían hecho estragos en su belleza. A los veintitrés años, Catalina ya tenía la cara demacrada y la mitad del cabello cubierta de canas. Su fertilidad quedó demostrada cuando se quedó en estado a los tres meses de matrimonio. Lo que nadie podía imaginar es que ese era solo el comienzo de una larga sucesión de abortos, partos prematuros, hijos nacidos muertos y falsas alarmas de embarazo por culpa de un periodo que siempre era irregular. «Come de manera extraña y la comida siempre le sienta mal. Llega a estar más de nueve semanas sin la regla«, escribió un observador de la época.
Se sabe que su plato favorito eran las ensaladas, una costumbre que trajo de España. Le gustaba mezclarlas con mostaza de ajo y pescado salado. Vestía de manera modesta y su tocado favorito para cubrir el cabello era una pesada caperuza cuadrada que el rey detestaba por lo poco favorecedora que era.
Los embarazos fueron tan ruinosos para su salud que el rey de Francia, Francisco, se quedó asombrado cuando la vio en una visita diplomática. «Es vieja y deforme», dijo.
La primera infidelidad de Enrique con una dama de la corte fue una sorpresa para Catalina, que armó un pequeño escándalo cuando se enteró. Sus consejeros se lo dejaron claro: su trabajo como reina era mirar hacia otro lado. Lo último que podía hacer era adular a las amantes del rey preocupándose por ellas. Catalina aprendió la lección y a partir de entonces, aguantó silenciosamente los devaneos temporales de Enrique VIII.
Intentó hacer lo mismo en 1526, cuando Enrique VIII se fijó en Ana Bolena, una de sus damas de compañía. Pero pronto descubrió que aquello no era un capricho pasajero: el rey le comunicó que quería anular su matrimonio y volver a casarse. La decisión no era solo por amor, sino por estrategia: Enrique seguía sin tener un varón al que dejarle el trono porque Catalina solo le había dado una hija, María. Ana Bolena le había jurado que si se casaba con ella, le daría el príncipe y heredero que tan desesperadamente necesitaba.
Catalina de Aragón rechazó la oferta de Enrique de retirarse a un convento y luchó con uñas y dientes para que toda la Cristiandad defendiera su causa. La historia se repetía: ahora vivía sola, aislada y rodeada de espías, como cuando era una princesa española. Aún así, la reina se las arregló para pedir ayuda a su sobrino Carlos V, que utilizó su influencia para que el Papa se negara a acceder a las pretensiones del rey de Inglaterra.
Con lo que no había nada que hacer era con el amor de su marido. Enrique hacía vida de casado con Ana Bolena, que dormía en los mejores aposentos de palacio y era reina en todo menos en título. Harto de esperar una anulación que no iba a llegar, rompió con Roma y fundó la Iglesia Anglicana, de la que él mismo iba a ser la cabeza. En 1530, envió a Catalina a vivir a otro castillo y, aunque al principio la mantuvo espléndidamente, al ver que la reina seguía negándose a aceptar que su matrimonio no era válido, se las arregló para que sus condiciones fueran cada vez a peor. Algunas de esas torturas fueron exigirle que devolviera las joyas del tesoro de Inglaterra para que Ana, la nueva reina, las pudiera lucir.
Cuando falleció en enero 1536, muchos pensaron que había sido envenenada por órdenes de Ana Bolena, que sabía que nunca sería reconocida como reina hasta que Catalina muriera. Lo último que hizo antes de morir fue escribir una carta de amor a Enrique, perdonándole por todo el daño que le había hecho y asegurando que sus ojos le «deseaban por encima de todas las cosas».
No vivió para ver la impresionante caída en desgracia de su rival. Como si se tratara de justicia divina, a Ana Bolena le tocó padecer en sus propias carnes el sufrimiento que ella le había causado a Catalina, cuando el rey se enamoró de una de sus damas de compañía, Jane Seymour, delante de sus narices. Ella tampoco había sido capaz de darle a Enrique un príncipe y después de su último aborto, el rey ordenó que la decapitaran por traición.
En 1533, la hija de Catalina subió al trono como María I. Una de sus primeras acciones como reina fue vengarse de todas las personas que habían hecho sufrir a su madre, como el arzobispo que declaró nulo su matrimonio, al que ordenó que quemaran vivo.
¿Vais a ver La Princesa Española?
Que post más chulo y bien explicado!
Ana fue muy desgraciada, es increible como el sufrimiento y la infelicidad hacen mella en el fisico, demacran la cara y eliminan toda la luz interior que es la base de la belleza.
Perdón he dicho Ana y era Catalina!
Me encantan estos post daiquiri, son los que hacen tu blog tan especial !
Desde luego las mujeres de esa época eran todas unas supervivientes, buscaré más información sobre ella ya que me ha picado la curiosidad.
Qué grande eres Daiquiri! Porfiiii ahora cuéntanos qué pasó con Maria y como llegó a ser Bloody Mary! Si si si!!
Me encantan estos post, gracias Daiquiri. Pobre de las mujeres como casi siempre , a la merced del hombre….
Me ha encantado! No conocía esta serie, pero tiene muy buena pinta, así que seguro que la veo.
Ay las monarquías!, la de historias sabrosas y dramáticas que nos entregan!.
De hecho una de mis motivaciones para estudiar Historia del Arte, era justamente toda la novela que existe detrás de cada retrato real, es impactante todo lo que se logra saber sobre como vivían, como se sentían y finalmente lo desgraciados que la gran mayoría llegaba a ser, especialmente si hablamos de mujeres.
Vería eternamente series de este tipo!.
Gracias Daiquiri : D
Quiero ver ya mismo la serie! Y muy recomendada tambien sería la pelicula de THE OTHER BOLEYN GIRL (la otra hermana Bolena) titulo en ingles, y en España fue LAS HEMANAS BOLENA.
con Scarlett Johansson y Natalie Portman, muy buena pelicula relacinada con el tema, y con como se caza a un hombre! jaja
Fantástico post, Daiquiri. Hasta donde yo sé, los ingleses, viendo el carrerón demencial del rey, quisieron y valoraron mucho a la reina española, ya que era una mujer bien educada e hija de reyes que siempre había sabido comportarse correctamente.
Por cierto, he puesto la serie a descargar.
La serie de Isabel que hicieron en La 1 no sé si la has visto, pero me parece una preciosidad. Son poco dados a la inventiva y está dirigida con muchísimo gusto abordando los problemas de la época desde diversos puntos de vista. La de Carlos V era una ñoñería y no aguanté ni un capítulo pero Isabel es una pasada.